Mi tía Abigaíl vivía en la calle
Hornos, que
va a dar muy cerca del Torreón de San
Lázaro. Era invierno y el carnaval habanero caía por esos días. Una noche
me llevaron a ver las carrozas.
El carnaval de La Habana es un espectáculo, no como el de
Santiago, donde la gente se involucra más. Además, son dos estaciones: La Habana, en invierno y Santiago en la candela de
julio. Me gustó mucho porque tenía fuegos artificiales y había una carroza con
escobas –símbolo de la ortodoxia, para barrer la corrupción- y el lema
“chibasista” Vergüenza contra dinero. En Cuba siempre se ha hecho
propaganda política en cualquier oportunidad. Me dieron por la vena del gusto.
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