miércoles, 7 de marzo de 2012

En 1969 se produjo una especie de migración de actores camagüeyanos hacia Santiago de Cuba. No recuerdo exactamente la causa, parece haber sido la disolución del Conjunto Dramático de Camagüey, que estaba muy bien organizado. Entre los que vinieron a Santiago estaba Saúl Recio –una loca de muchísima imaginación aunque un poco dada a lo espectacular y exagerado para mi gusto-, de quien ya había visto el montaje de La Reina de Bachiche en el teatro Mella de La Habana, Rogelio Meneses, Héctor Echemendía, José (Nikitín) Rodríguez Lastre, Asela Serpa –bajita, ojiverde, un verdadero diablo en la escena-, Yolanda Cuéllar –que era una actriz joven, trigueña, de mucho ímpetu, algo así como la estrella de todos y realmente buena, Roberto Pérez de Ágreda –que aparentaba menos años de los que tenía y era apuesto. No recuerdo si vinieron otros más. Lo primero que montaron fue Los Cuenteros, del mismo Saúl Recio; se puso en el patio de la sala Van Troy  y creo que nunca dejó de estar lleno. Era una escenografía a base de bambúes y faroles, muy sugestiva. Fue la época en que Grotowski estaba de moda. Los camagüeyanos eran muy dados al teatro gestual y trajeron un aire fresco a Santiago. De todos ellos, con quien hice más amistad fue con Nikitín, que también escribía para la radio y hacía no sé qué en el teatro: se buscaba la vida así. Él y Roberto Pérez vivían en el Hotel Hartmann que estaba en los altos de la antigua Librería Renacimiento –luego La Demajagua- y hoy por hoy un edificio en ruinas, en la misma esquina de la calle San Félix (Hartmann) con el Callejón del Carmen. Con los meses, Nikitín tuvo que salir del Hotel Hartmann y vino para mi casa, a Cuabitas. Hizo muy buena amistad con mi madre porque Niki mantenía un orden increíble en sus cosas, no interfería para nada en el estricto reglamento que reinaba en casa y –cosa que admiraba a mi madre especialmente- lavaba y planchaba su ropa puntual y maravillosamente. O sea, que no solamente yo, sino Nenena, ganamos un amigo íntimo. A Niki y a mi nos gustaba mantenernos despiertos casi diariamente en el comedor conversando hasta la madrugada. Con esa intuición que tienen las madres, Nenena había comprendido que éramos sólo amigos. Nada más. Nikitín no era actor, escribía. Escribe hoy día, de hecho. Y vive en Camagüey.

1 comentario:

  1. ¿Pedro Castro no fue con ese grupo? Yo lo conocí en el 74 y me dirigió con el grupo de la Universidad. Era muy imaginativo, pero sobre todo me enseñó mucho sobre la conducción de las personas, enseñanzas que han sido muy importantes para mi vida de profesor.

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