martes, 27 de noviembre de 2012


Enero y febrero de 2006 me trajeron dos sucesos de signo contrario. Para el zodíaco chino, 2006 fue un año Perro, igual que yo. Positivo, aunque de manera filosófica y ambivalente. Como el año chino no coincide con el nuestro, al parecer el Gallo - que rigió al 2005- quiso despedirse jugándome una broma.

Una noche de enero lluviosa y solitaria me quedé dormido frente al televisor: al despertar, un muchacho salía de mi cuarto. Me incorporé aturdido y asustado. Sin dejarme hablar, me espetó que había entrado porque vio la puerta abierta de par en par y una persona saliendo de casa a toda prisa con un paquete en la mano. Hablaba un tal Carón, cierto joven aindiado, pequeño y musculoso. A medida que pasaban los minutos, iba recobrando mi lucidez. Evidentemente, Carón aprovechó mi letargo para entrar a robar. Cuando se fue de casa, registré mi cuarto. Faltaba mi mochila con todos los papeles (identidad, direcciones, tarjetas, dinero, talonarios de cobros y pagos de mi hermana). Lo primero cuya desaparición me golpeó fueron las direcciones de mi agenda, luego mis identificaciones, mis libretas de banco y mis tarjetas. Había que rehacerlo todo. A la mañana siguiente tuve que ir al banco a inmovilizar la cuenta. A medida que fueron pasando las semanas, rehice los otros documentos. Hasta la erección perdí.


A comienzos de febrero, otra noche estaba cerrando la casa para ir a dormir cuando escuché que me mencionaban por televisión. De momento pensé que era la sicosis de persecución desencadenada por el robo, por ello me retiré sin más. A la mañana siguiente cuando salí a la calle, varias personas me felicitaron: había conseguido un premio y lo dijeron por el noticiero de la televisión. Cuando lo repitieron me convencí. Gané un Premio Nosside-Caribe, entregado en la Feria del Libro de La Habana. No es un gran premio, ni muy bien dotado, pero internacional (y eso es bueno). Sólo que según las bases, es necesario recogerlo en el acto de premiación; de no ser así, se pierde. Cuando un ganador no es de La Habana, ellos le avisan previamente para que acudan. Pero nadie me avisó. ¿Perdería la recompensa? Eran sólo 100 CUC, pero me hacían falta. Cuando la Feria llegó a Santiago, me entregaron un sobre con la placa del premio, pero nada de metálico. Al cabo de los meses y después de algunas gestiones, logré que pagaran.

A principios de 2006, Suzanne escribió diciéndome que ese año era necesario que viajara a Ginebra.  Desde meses atrás envió la convocatoria para cierto evento artístico, librada por un municipio del cantón de Ginebra. Días después de escribirme, lo hizo de nuevo para que Lescay mandara algunos dibujos a fin de que que su invitación al evento fuese aprobada. Así sucedió. Pronto quedó asegurada la presencia de mi jefe en el evento Utopías Urbanas, así como la mía en una reunión con nuestra contraparte Suzy, a fin de organizar la 3ra edición de Cuba/Ginebra. Me puse de acuerdo con mis primas Berthica y Ada, quienes prometieron ir a verme a Ginebra.

Como para Arc-en-ciel no era fácil realizar en envío del dinero para mi pasaje, Lescay estuvo de acuerdo en financiarlo de su peculio y que luego aquella institución se lo liquidara. Así hicimos. Si mal no recuerdo, viajamos alrededor del 16 de mayo. Mientras Lescay se hospedó en una bella habitación de la Fundación Heim, a mi me prestaron por cuatro días uno de los pequeños apartamentos Les Halles de l’île. ¡Mi bella Ginebra! Las Utopías Urbanas –propuestas artísticas utópicas para la Ginebra futura- se llevarían a cabo en el Globo de la Ciencia, frente al CERN (Centro de Investigación Nuclear Europeo). Berthica llegó puntualmente con su esposo Hugh y se hospedaron en el Hôtel des Bergues, justo enfrente del lago. Al día siguiente de nuestra llegada, Edi von Fellemberg se empeñó en darnos una cena de bienvenida en la Fundación Heim. Hablé con él, y quiso que Hugh y Berthica estuvieran presentes. Ellos acudieron, encantados. Como a los dos días viajaron a Madrid y llegó Ada, mi otra prima.

Al día siguiente de la inauguración de Utopías Urbanas di un corto viaje en auto a territorio francés, en compañía de Emil, Suzy y Lescay a visitar a una escultora que me fascinó, Mireille Fulpius. Mireille habita en una región boscosa –Seyselles- junto al curso superior del Ródano. Es una persona enérgica y con mucha imaginación: sus obras más impresionantes utilizan tiras de corteza de árboles, colgadas por el bosque como gigantescas guirnaldas.