martes, 10 de julio de 2012

Esos días, junto al I Congreso Nacional de Educación y Cultura dio inicio ese largo período de empobrecimiento y acentuación de la arbitrariedad que hoy se conoce púdicamente como Quinquenio Gris. Su medida estrella fue la Parametración, que consistía en excluir a homosexuales y librepensadores de toda profesión o cargo que implicara influencia pública, tales como profesor, actor, maestro, editor, traductor, cualquier profesión relacionada con los medios o que pudiera ejercer influencia pública por pequeña que fuese, directivo de cualquier nivel; en una palabra, cualquiera. Precisemos que la discriminación por motivos puramente ideológicos siempre ha existido y sigue existiendo: sólo que durante esa época se exacerbó, al punto que algunos afectados logaron victorias jurídicas

Cuando llegué Santiago, enseguida se lo conté todo a mi madre. No me creyó. Es decir, me creyó el haber expulsado de la Universidad, pero no por las causas que decía yo. Según ella, doctora en Pedagogía que había conocido la Universidad de La Habana anterior a Machado y la de Oriente antes de 1954, yo tenía que haber cometido algo  que no quería confesarle. Por más que relaté y expliqué, no me creyó. Al final tuve que vivir durante años dentro de esa nube, hasta que otro suceso del futuro la convenció de mi sinceridad.

La realidad, lo que sentí después fue una gran sensación de alivio. Más que indignación o cualquier otra cosa, fue alivio. ¡Me había liberado de la Universidad! Claro está que por entonces no conocía la vida del trabajador y la persona corriente: el por qué ocupas un cargo y cobras un salario, el cómo te capacitas en algo superior y eres elegible para ello, el cómo haces tu carrera y qué respuesta obtienes de tus colegas. Cómo gente que fueron mediocres en el aula obtienen títulos y diplomas para los que nunca estarás calificado, cómo durante años cobrarás un salario bajísimo y te emplearán en cargos muy inferiores a tu capacidad, sencillamente porque no te dejaron terminar tus estudios universitarios y estás marcado, etc.

Realmente, lo grave no es que expulsen a cualquier alumno de un centro de estudios por tal o más cual motivo, sino cómo ello afecta su vida posterior, ya que lo invalida por siempre para acceder a oportunidades. Los estudiantes están demasiado indefensos; durante esa etapa de su vida, se encuentran completamente a la merced de quienes dirigen los centros y las organizaciones de poder -o tienen influencia en ellas. Simplemente nada los protege. Anteriormente, siempre viví con seguridad: como era joven, disfrutaba mi juventud a pesar de todo y no conocía lo que se conoce popularmente por la vida.