viernes, 28 de septiembre de 2012

Antes de pasar al lagarto, recordaré el ambiente de aquellos días en que se mezclaban la excitación y el desencanto con esa disponibilidad de alma que ha marcado buena parte de mi vida.

De Colombia traje a Javier una camisa de buena marca. No llegué a vérsela puesta. La historia se desarrolla en aquella época, cuando él no sabía de marcas ni de buena ropa: si llega a ser cuatro años después…
   
Antes de viajar había encargado a un gay amigo mío que cuidara a Javier (o sea, que en una necesidad pudiera acudir a él).. Una de mis peores cualidades es la creencia -arraigada más allá de cualquier raciocinio- de que todos los mortales tienen la misión y están formados para protegerme y responder incondicionalmente a mis necesidades. Los años no me han convencido de que la vida no es así.


Caguayo fue un hecho histórico. Es verdad que ya el Estado cubano había permitido varias fundaciones no gubernamentales, todas en el área de la cultura; la diferencia de Caguayo con las otras es que a) Caguayo no gastaba ni un centavo del Presupuesto Público b) Caguayo tenía una sociedad mercantil de cuyas ganancias se pagan salarios y demás gastos. Caguayo S.A. fue la primera Sociedad Anónima no gubernamental legalizada por el Estado cubano después de 1959. Y única que yo sepa.

Alberto Lescay y su hermano René demoraron varios meses en las gestiones para lograr que se aprobara el constituir la fundación.. La finalidad de Fundación Caguayo es la promoción y realización de las artes monumentarias y aplicadas. Al darle forma legal, fue imprescindible crear una sociedad anónima, ya que, según la ley, ninguna fundación puede comercializar El mismo día  se firmaron escrituras públicas instituyendo Caguayo, fundación y Caguayo S.A como dos entidades diferentes y separadas.  En ambas está mi nombre completo en el cargo de Secretario.

Además, de todas las fundaciones cubanas, la única que tiene su sede fuera de La Habana es Caguayo, y lo mismo ocurre con Caguayo S.A. Lo habitual durante décadas (digo del ’59 para acá) fue que de todo, hubiese solamente una sucursal en Santiago. Nunca la casa matriz. Con Caguayo se subvirtió todo eso.

Es posible que alguien comente que, en definitiva, si el Gobierno la permitía era para controlarla entre bastidores; en l995 no existían ni el deseo ni la posibilidad real de controlar mucho. ¿Por qué? Primero, porque una empresita con capital inicial pequeño, sin divisas, con un radio de acción tan peculiar y el compromiso expreso de mantener en funciones el taller de fundición artística de El Caguayo, es muy probable que quebrara antes de cumplir un año; segundo, porque el Estado cubano no estaba en condiciones económicas ni le interesaba esforzarse en mantener abierta una fundición artística : su prioridad era mantenerse a flote. Cualesquiera fuesen los propósitos que se movieron durante el establecimiento y funcionamiento de la Caguayo, fundación y de Caguayo S.A, es totalmente ilógico pensar que en una sociedad tan cerrada como la de la isla pueda surgir mágicamente una institución completamente autónoma: sólo pensarlo es risible. Sin embargo, el hecho de ser capaz de tomar algunas decisiones y disponer de sus fondos con mediana agilidad y sin depender de anuencias externas, le otorgan una capacidad de operación excepcional.