miércoles, 25 de enero de 2012


El 1ro de enero de 1959 cayó día jueves. Como era fiesta de guardar, fui con mamá a la misa de ocho a la iglesia de Dolores, que quedaba cerca de la casa de mi tía. Dentro del mismo templo comenzaron los rumores de que Batista había huido. Ya en la calle los comentarios se hacían a voz en cuello. De regreso en casa, una especie de marea subía con la mañana; como a las diez, las mujeres que vivían enfrente lucían brazaletes del 26 de Julio. Por San Carlos –típica calle recoleta- bajó un ómnibus lleno de gente que gritaba ¡Abajo Batista!!Viva Fidel Castro! Era el despelote. Después de almuerzo vino mi padre a recogernos para regresar a Cuabitas: terminada ya la guerra, no había razón para seguir haciendo bulto en casa de mi tía. Nadie nos apuraba, pero él era “cagafuego”, como decía mi abuela María Palacios. Logramos retrasar la salida unas dos horas: estaba nublado y hacía frío. Por la Avenida Garzón no pasaba ni un alma; en la esquina de calle K, un soldadito hacía guardia en medio de la vía, inútil y ridículo: se me quedó fija su imagen. Llegar a Cuabitas fue sacar los bártulos del auto y acomodarnos otra vez. Esa fría noche, me recuerdo dormitando sobre el sofá de la sala envuelto en colchas: en la radio se oía el primer discurso en el balcón del Ayuntamiento santiaguero.

En realidad nunca se sabe qué nos traerán los cambios, por eso es malo andar rogando a Dios y a los santos, quiero esto, quiero lo otro. Porque te lo conceden, pero a saber cómo. Los días siguientes visitamos casi todos los pueblos vecinos, San Luis, El Cristo, Alto Songo, La Maya, con los muros de sus cuarteles derrumbados y acribillados a disparos. Cuando no estaba paseando, me iba al jardín de la casa de Dubois a mirar los camiones que bajaban llenos de barbudos con brazaletes y rosarios. Pasaron como siete días así. Alrededor del ocho o nueve de enero se convocó a una peregrinación al Cobre a darle gracias a la Virgen por la victoria de Fidel. Fueron miles de personas. Yo también. Unos a pie por el Camino Viejo del Cobre –que sale de Santiago  por Marimón y Los Guaos - y otros por la Carretera Central. Bebé y yo fuimos por la Central: salimos a medianoche y ya como a las dos o las tres habíamos llegado a Melgarejo. Ya allí las dos peregrinaciones se habían juntado. Como a las 5 y media entró mi tía Bertha, horrorizada, que vino por el otro lado: habían lanzado unos petardos  y resultaron varios muertos. Los autores fueron soldados fugitivos. Como nuestro viaje había sido tan pacífico, Bebé y yo no dejamos que el ataque nos enturbiara el ánimo y cumplimos con la Virgen. Por eso insisto: nunca pidan deseos demasiado importantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario