viernes, 20 de julio de 2012



Dueño de una vida tan tortuosa y llena de anécdotas, no era de los que tangenteaba. Compartíamos amigos y ambientes. Eso era un nexo, pero hasta ahí. Junto a él, yo no “hacía juego”. Verdad que ambos éramos gay, pero parecidos como un VW a un Ferrari. Durante los años posteriores Arenas apareció varias veces en mi vida.

Cuando, después de mil vicisitudes, Coco Salas logró hacerse de un cuartico en lo que había sido Hotel Montserrat, Arenas se hizo de otro. Por esa época todavía no se habían enemistado a muerte como después, ya que recuerdo que salimos juntos varias veces. De hecho, Reinaldo García Ramos  hizo una memorable serie de fotos en la Habana Vieja donde aparecen ellos. Después ocurrió el episodio en que ambos caen presos por supuesto abuso lascivo, Arenas se evade y lo capturan en el Parque Lenin a su regreso de una fallida evasión por la base de Guantánamo, se les hace juicio y resultan condenados a dos años de prisión. Eso marca un cambio. Mientras Arenas es internado en El Morro habanero, a Coco Salas lo llevan al Combinado del Este, donde realiza  las entrevistas a los nuevos ingresos y recibe frecuentes permisos.

Pienso que el par de muchachos que en el juicio aparecieron como inocentes jovencitos a los que el par de maricas habían intentado seducir –sin lograrlo, por supuesto- sí les robaron la ropa. Esos efebos playeros  prestos a todo también pueden apoderarse de lo ajeno, y si la víctima es gay todo parece justificado. Luego -equivocadamente- Rei y Coco se quejaron a la Policía y lo demás ya se conoce.  A mi modo de ver, mas tarde Arenas entró en pánico y quizá trató de convertir en política una pendencia de afeminados: temía con razón por su integridad –era una persona con demasiados enemigos poderosos entre los ganados y los gratuitos- , pero en mi opinión se equivocó o no tuvo suerte. O ambas cosas.

Hay quien sostiene que la diferencia en el trato penal con Salas y la posterior salida de éste a España se deben a que éste último era un delator: en mi generación eso no era infrecuente y podrían citarse muchos nombres de escritores, que eventual o permanentemente lo fueron. Quizá Coco pudo haber sido presionado a “cooperar” en algún caso, pero nunca pasó de ahí. No lo creo un delator. En este caso específico imagino que hizo lo indecible con los investigadores y los otros presos para sufrir lo menos posible. Me parece lógico y él es un gran negociador. Estoy seguro de que su trabajo de entrevistador lo hizo a las mil maravillas, y no confío en que Reinaldo no lo hubiera aprovechado para obtener placeres a cambio de……Por otra parte, no tenía trabajo, fama ni influencias; era pobre, feo, pato y escritor. De alguna manera tenía que defenderse.

Después de la cárcel, Arenas y Coco se enredaron a una guerra sin cuartel: como vivían en el mismo edificio, se hacían todo tipo de daños. Había olvidado decir que antes de que Reinaldo escribiera sus memorias estuve en el Parque Lenin con él, Justo Luis y Reinaldo García Ramos (1973): en la primera edición de Antes que anochezca por Tusquets, hay una foto de ese momento. Siempre imaginé que Reinaldo terminaría yéndose de Cuba, por eso cando se fue en 1980 no me sorprendió.

Su suicidio coincidió con una ola de muertes originadas por el sida de personas idas de Cuba: Jorge Oliva, Queta Pando, Fifío Conde. También con el comienzo del Período Especial.

Arenas es un gran escritor del siglo XX cubano y está muy lejos de haber sido tratado con un mínimo de justicia. Pero como no es el único, seguramente un día se reparará tal injusticia. Un espíritu sombrío rajó a Cuba al medio como un coco y cada casco rodó, peleado a muerte con el otro. Alguna vez se juntarán de nuevo, pero no sé cuándo.  Por otra parte, la voluble Fama va de mano con muchos intereses: desgraciadamente nadie tiene prisa para desfacer tal entuerto.

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